A esta forma previa de ver la
pobreza, centrada en las capacidades para realizar las propias potencialidades,
se opone otra definición igualmente antigua, aquella que ve la pobreza y la
condición de pobre (pauper) como un estado de privación o falta de recursos
para poder adquirir una “canasta de bienes y servicios” necesaria para vivir
una vida mínimamente saludable. Este enfoque fue sistematizado a comienzos del
siglo XX por el británico Seebohm Rowntree en Poverty: A Study of Town Life
(1901), un estudio pionero sobre la pobreza que se transformaría en el punto de
partida y referencia de los futuros estudios sobre el tema.
La razón de ello es
doble. Por una parte, este estudio se basa en una amplia investigación empírica
realizada en York, la ciudad natal de Rowntree, que abarcó nada menos que
11.560 familias, lo que equivalía a unas dos terceras partes de todas las
familias de York. La segunda razón es que para llevar adelante su investigación
Rowntree elaboró una serie de conceptos y métodos de medición que pasarían a
formar instrumentos centrales en prácticamente todos los estudios posteriores
sobre el tema. Entre estos instrumentos se destaca la elaboración de una “línea
de pobreza”, que no sólo incluía la alimentación sino además el acceso a la
vivienda, a prendas de vestir adecuadas y otros objetos absolutamente
necesarios para mantener lo que Rowntree llamó “un funcionamiento puramente
físico”. Esto le permitió definir dos tipos de pobreza, la “pobreza primaria” y
la “pobreza secundaria”. En pobreza primaria vivían aquellas “familias cuyo
ingreso total no era suficiente para obtener el mínimo necesario para mantener
un funcionamiento puramente físico”.9 En pobreza secundaria vivían las familias
que podían alcanzar ese mínimo pero no disponían de excedentes.
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