El enfoque más moderno sobre la
pobreza lleva el sello del premio nobel Amartya Sen, y se inspira en la
acepción primigenia de pobreza como falta de capacidad de producir o de
realizar su potencial productivo. En este enfoque el énfasis está puesto no
tanto en el resultado (ser pobre en el sentido de no disponer de ingresos o
bienes suficientes) sino en el ser pobre como imposibilidad de alcanzar un
mínimo de realización vital por verse privado de las capacidades,
posibilidades, y derechos básicos para hacerlo. Esta forma de ver la pobreza se
inspira, como Sen mismo lo destaca, en la filosofía aristotélica que define la
“buena vida” como aquella en que se han realizado o florecido todas las
capacidades encerradas en la naturaleza de los seres humanos (que según
Aristóteles pueden ser muy diversas, como aquella que lleva a algunos a ser
señores y a otros a ser esclavos). Esta concepción es parte de la ontología o
doctrina del ser de Aristóteles donde las cosas tienen una naturaleza que
determina y fija las finalidades o plenitud de su desarrollo. Así, en la
política nos dice que “la naturaleza de una cosa es precisamente su fin, y lo
que es cada uno de los seres cuando ha alcanzado su completo desenvolvimiento
se dice que es su propia naturaleza”. El pleno florecimiento humano requiere,
según Aristóteles, de la polis o ciudad, como conjunto organizado y
autosuficiente de seres humanos que han realizado sus diversas naturalezas y
las ponen al servicio unos de otros.
Este concepto de pobreza,
actualizado por Amartya Sen y despojado de sus rasgos incompatibles con una
sociedad basada en la igualdad básica de los seres humanos, podría ser definido
como pobreza de desarrollo humano. Este es el enfoque que ha sido
instrumentalizado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo
(PNUD), estableciendo una serie de criterios de satisfacción de necesidades
básicas –esperanza de vida, logros educacionales e ingreso, que son la base del
así llamado Índice de Desarrollo Humano (IDH)– que formarían la base de
recursos y habilidades que permiten el “desarrollo humano, definido como el
proceso de ampliación de las opciones de las personas y mejora de las
capacidades humanas (la diversidad de cosas que las personas pueden hacer o ser
en la vida) y las libertades”. A partir de ello el PNUD ha elaborado un Índice
de Pobreza Humana (IPH) que se describe de la siguiente manera: “En lugar de
utilizar los ingresos para medir la pobreza, el IPH mide las dimensiones más
básicas en que se manifiestan las privaciones: una vida corta, falta de
educación básica y falta de acceso a los recursos públicos y privados.”
Autoría:
http://www.unicef.org/mexico/spanish/17046.htm
Autoría:
http://www.unicef.org/mexico/spanish/17046.htm
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